lunes, 17 de agosto de 2009
Picasso, útil al fin
La vivaracha japonesa se acerca al tipo que no tiene cara de turista y que no para de contarle cosas al que si tiene cara de turista. Le dice que si el Huernica o Las Meninas o Los mñusicos aquellos. El que no tiene cara de turista le chapurrea en un voluntarioso inglés cosas de los cuadros, del pintor, de los otros pintores y así. La japonesa pizpireta, con su plano y sus cosas le pregunta que si es estudiante de arte. El esforzado chapurreante se queda pensando un instante. Y arranca. No, soy estudiante de la vida y de las cosas que me gustan, del arte y de muchas más. La japonesa queda conforme o no, que es difícil saber del sentimiento de la vida de los orientales salvo que uno sea Paulo Coelho, y se va de allí un poco así, como si dijéramos.
El turista le pregunta asu amigo y guía que por qué le ha dicho eso.
Bueno, es un poco así, ¿no?
No hombre, no.
¿No
No, tú le dices que si, que vale y sigues con el rollo.
Bien visto, de algo nos tenía que servir Picasso.
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2 comentarios:
Qué colmillo tienes, Pianista, qué colmillo.
De todas maneras, en los museos, mejor calladitos o hablando muy muy flojito. Que los japos son peor que un mercado de abastos.
Bueno, pero las vivarachas jponesas, de existir, serían otra cosa, Dulci.
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