martes, 13 de marzo de 2007

La biblioteca de los ángeles

De mi pasión por la película Cielo sobre Berlín ya he dado buena cuenta en estas güeps. Desde que la vi por primera vez la he buscado y he pedido que me la busquen en varias ocasiones. Al final terminé por comprarla cuando se editó en deubedé, pero la cosa no se quedó en eso: me hice con el libro de Peter Handke del que usó algunas ideas para su guión coescrito con Wenders, y conseguí la fascinante banda sonora, tanto por sus temas originales como por la recopilación de canciones que aparecen interpretadas en la misma película.
Pese a la circunstancia cambiante de la ciudad, visitar Berlín tenía como uno de sus muchos atractivos el ver los sitios donde fue filmada la película. Y de todos ellos, destaca la biblioteca donde se reúnen los ángeles.
Se trata de la Biblioteca Central de Berlín, diseñada por el arquitecto Hans Sharoun, un renombrado profesional judío al que le fue encargado el proyecto de reconstrucción urbanísrtica de Berlín, alrededor del año 1946. Sus obras se encuentran por toda Alemania, pero sobresalen las que realizó en la zona del Kulturforum de Berlín en donde se destaca el edificio de la Filarmónica berlinesa.
En el ciclo que organicé en la biblioteca de mi barrio (Núria, Marta: gracias) sobre Cine y bibliotecas, esta fue una de las películas que se trató. Pusimos algunos fragmentos y a la concurrencia parece que le gustó bastante. De hecho, la cosa fue que se quedaron con ganas de más, de verla entera. La verdad que eso habría sido lo ideal, pero ya se sabe que el tiempo es breve, sobre todo cuando se pasa a gusto.
Anduve buscando, antes de salir, información sobre la biblioteca en cuestión, pero lo que encontraba era bastante confuso, puesto que en algunas referencias aparecía como Biblioteca Estatal y en otras como Biblioteca Hans Sharoun. La cosa es que tiene esos dos nombres, es decir, la Biblioteca Estatal esta en el edificio de la Biblioteca Hans Sharoun. Dichosos nombrecitos.
Finalmente, una vez localizada intentamos visitarla, pero por cosa de unos congresos y seminarios, el paso estaba limitado a los estudiantes en cuestión y los miembros con carné de dicha biblioteca. Y claro, ni lo uno ni lo otro. Vuelvan a final de octubre. Ya, qué más quisiera yo.
Al final, a base de lloriquearle un poco a los de la puerta, venimos de Españafíjese usted qué lejos, viva Wenders, la ilusión de mi vida, tal, nos dejaron pasar. Fue un episodio divertido, porque uno de los bibliotecarios hacía de poli duro y la otra de poli maja. En realidad se lo tomaron de un modo muy simpático. Ella le decía, -un suponer- anda, si total son fans de la peli, y el otro que hacía gestos como de que con él ni iba la cosa y que ni nos miraba si nos dejaba pasar o no. Majos los dos. Y pasamos.
Qué sensación.
Berlín es un lugar silencioso. Hay ruidos, claro, como en todas partes, pero la gente habla bajo, procura no berrear y uno se contagia de ese ambiente rápidamente. Sólo gritamos los españoles, los italianos y algunos estadounidenses. Los más simpáticos, claro. Pero se agradece la serenidad, sobre todo en el transporte público, en los museos y en otros lugares de interés para el viajero.
Pues si en el metro el silencio es ejemplar, en la biblioteca es sobrecogedor. Estaba llena de gente, con sus libros, sus portátiles, sus apuntes, sus cosas. Los amable sporteros me dijeron que no, que no, cuando les pregunté si podía hacer alguna foto, without flash, of course. Que no, listo, que no. Bastante había hecho con el cuele, así que mejor no insistir. Pero claro, la tentación era demasiado fuerte como para no sucumbir.
No era plan montar el numerito de la cámara, los tres objetivos, el ruido de la peli al pasar. Ni con permiso hubiese hecho las foto, porque me parecía demasiado follonero hacerlo en aquel lugar. Pero la camarita de video es muy chiquita, no hace ruido y se podía disimular con facilidad. Así que conseguí grabar unos minutillos en aquel sitio tan increíble.



Me hubiese gustado hacerme una foto en la misma postura que Bruno Ganz en el descansillo de la escalera, pero no pudo ser. A cambio recordé como la subía renqueante y agrarrándose a la barandilla el actor aquel viejecito que se interpreta a si mismo al recordar los horrores que ha vivido en su viaje por la tierra y por su amada Alemania. Y allí estaba entonces, junto a aquella misma barandilla, recordando la Odisea, recordando la Polonia judía, soñando el sillón de tela viejo en mitad del páramo que fue Potsdamer Platz y tratando de imaginar cómo debía ser la ciuad del muro. Soñando ángeles, claro.
Buena arquitectura, su clave está en el espacio interior que se ha creado, paraíso y disfrute de los lectores. Hay un montón de espacios diferenciados, a distintos niveles, que permite parcelar temáticamente o como al gestor de turno interese, las áreas de trabajo. Se combinan las estanterías, fijas y móviles, con mesas de estudio de grupo e individuales, tipo cabina. Desde algunos extremos de las, por llamarle así, subsalas, se puede contemplar como si fuese desde un balcón, los niveles inferiores y superiores. Ya os digo, un deleite para los sentidos.
Al salir, cuando les damos las gracias a los que han dejado colarnos, el poli malo me cuenta que es la mayor biblioteca de Alemania y que tiene en depósito doce millones de libros o por ahí, en distintas sedes y circulando por otras bibliotecas.


También me acorde de la imagen del niño aquel de las gafotas y con signos evidentes de deficiencia mental que es el único capaz de percibir la presencia de los ángeles cerca de si. Como la vida misma, digo yo.


PD: Hay dos lincs, habéis visto, de interés. Me hubiese gustado ponerlos en castellano, peor no ha sido posible. La Biblioteca Estatal alemana tiene una versión inglesa para mejor comprensión de los no germanoparlantes. La Diputación de Barcelona sólo informa en catalán porque es muy suya. Qué cosas, ¿no?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonito remake, sí.

Anónimo dijo...

Te ha salido niquelado.

Anónimo dijo...

La verdad que si, que ha quedado bien. Eres un artista ;)

Lidia

Nodisparenalpianista dijo...

Si es que sois unos pelotas, no se cómo os aguanto.
Vale va, pincho y caña para todos. Bueno, uno para cada uno...

Anónimo dijo...

a mí todavía me debes uno de cada desde hace un montón!!