Y como veían que no se rompía
jueves, 31 de mayo de 2007
El dandy
Y como veían que no se rompía
miércoles, 30 de mayo de 2007
Teddy tras mi sombra
O sea, ¿que a estas alturas ciento y pico colgadas después se me cruje el invento? Me iban pasando las cositas como en diapositivas mientras pensaba en qué hacer, si reiniciar la maquinorra, buscarme otra o cortarme la coleta.
¡A que te toco las teclas, ladrón!
Total, que me pongo en otra maquinorra y la cosa anda. Uf, alivio. se apagó el neón de la "Copia de seguridad" -Santa Bárbara, dejó de tronar- y me he puesto a darle a eso.
Teddy, te he calado. Voy a defender el piano a torta limpia. A sol y a sombra. Así que ojito.
martes, 29 de mayo de 2007
La vaca
lunes, 28 de mayo de 2007
Palomitas sin sal
Resulta que en el minuto noventa y dos van y pitan penalti. El tío que pilla la pelota y ¡pumba! gol que te crió. Sacan, tal y pierden.
Y según sales del estadio, oiga, ¿tiene cerveza fresquita? el de las palomitas, el del gol norte y el del gol sur que se arrancan, si, si, tengo, pero eso de ganar tan ajustado es como no ganar. Porque cuando es tan pillado, ganar no es ganar, vaya, vamos o sea, la cosa, a ver, que en realidad han perdido. Oiga, pero es que han quedado uno a cero. Ya, vaya, pero usted ya sabe, que esto no es lo que parece.
El director del diario más vendido en Madrid (bueno, más vendido no, mas regalado, pero no nos pondremos pejigueros) y el más vendido de Barcelona coinciden, según les escucho, en afirmar eso: que ganar así es perder. Joer, pues entonces perder así qué es, digo yo.
Y sigo, tonto de mi, eso lo decís vosotros que vendéis palomitas a la salida de la cosa. Porque vosotros no os presentábais, ¿no? ¿o si?
Me sigo tomando mi trago en el oasis.
domingo, 27 de mayo de 2007
El mito se retira
Paul Newman dice que se va, que total ya son 82 tacos y 50 pelis, que la memoria ya no es lo que era y que oye, que a vivir con Joanne, que ya está bien, hombre ya.
Siendo uno Paul Newman y a los 82, pues ya puede hacer lo que le de la gana. Porque, la verdad, quien los pillase a cualquier edad, ser un macizón de ese calibre, tan majete, tan buena gente y tan exitoso, oye. Que no me dan Oscar, pues hago El color del dinero y lo bordo. Y me como con patatas al pamplinas del Tom Cruise cuando era un idolillo de quinceañeras tontorronas (en uno de sus mejores papeles, todo hay que decirlo). Y a ver quién me tose.
Es imposible rivalizar con él. Cuando uno se ha comido cincuenta huevos duros en La leyenda del indomable, pues a ver qué hay que decirle. Cómo le vas a decir nada a un tipo que se come, además, la pantalla cada vez que sale, a la edad que sea y en la circunstancia que sea menester. Es que con jubilatas así, los demás, a cortarnos la coleta. Si no mira al bobo de Tom Hanks eldía que interntó compartir peli con él.
Me cae bien Paul. Además de que está como un queso (para el que le guste, ojo) es un tío serio, decente. Gran director de sus pocas pelis. Aquella que hizo sobre su hijo, tremenda. Y me gustó aquella otra en la que era un detective (es que a mi lo del gansterismo me pone tonto) en la que le intentaba seducir la hija de la femme fatale, que se llamaba Miranda, que es casi nombre de refresco antiguo, pero que en inglés suena fenomenal. ¿Y la gabardina? Qué manera de llevar la gabardina en California, 35 grados a la sombra, 80% de humedad y él in gotearle el sudor por los ricitos, con su gabardina y su saber estar. Un pincel, ya lo digo.
Bueno, pues eso, que los clásicos de ojos azules, como él, como Sinatra con gabardina cantando lo del último bar, no se van; siguen, pero de modo distinto. Por que ellos lo valen.
sábado, 26 de mayo de 2007
Se me suben los colores
Así que, dicen lo de la reflexión, y yo que me pongo. Y claro se me va un poco el santo al cielo y me quedo con las tontadas.
Y pme pongo a pensar en los colores.
Porque las cosas están cambiando. Los rojos son verdes; los azules, naranja y a los ni fu ni fa se les caen las siglas, como las hojas de parra a los campistas guarrotes. Bueno, que si, que se están camuflando. Que se parecen cada vez más a los helicópteros de asaltoy tal, cambiándose los colorinajos, las siglas y los logotipos para vendernos la burra. Me gusta -como caso, entendámonos, que aún no he abierto la botella de ginebra- lo de los republicanillos. Como les han ido pillando terreno a sus vecinos, se han ido despojando de cosas y se han quedado en "esquerra". A lo que no han renunciado es a un curioso triangulín con la bandera catalana dentro, que no deja de ser como la boina sin rabito de una pirámide o, sin ofender, como la corona de un rey con cabeza de pepino. Pepino blanco. O verde.
Me acuerdo hace unos años, cuando el diplodocus de Monterroso aún andaba a gatas, que los que ahora son hombres de paz y andan coaligándose con la más tonta del baile sacaron una versión de la Union Jack distinta de la de Sabino Arana. Era de colorines, cada triangulito de uno. Ahora le llamarían un poco monflorita, pero a mi siempre me pareció muy primaveral, tipo anuncio de Cacharel pero sin babosadas. Tenía alguna pegatina con el dibujín. Qué canallas, pero qué buenos con la propaganda.
Es curiso que, siendo su única aportación a la Historia la de mil asesinatos, se olvidasen de usar el color negro o el de las lágrimas de sus víctimas al fabricarse esta banderita tan pacifica y chupiguay.
Lo cual que he empezado relfexionando y he terminado forrándome la carpeta cual adolescentilla impedida para el voto. Se comprende que tenga rosaditas las mejillas.
PD: venga, dedicado a las sandías (verdes por fuera y rojos por dentro), que si queréis reciclar, hacez como yo, cogeos unas cuantas papeletas de la cosa y usadlas por la parte de detrás para tomar los recados telefónico o patra la lista del Merca, donde hay que dejar pasar a las abuelitas que llevan sólo una barrita de pan. Y oo gracisos que resulta pasar el recado en un papelito con la lista del Partido de Reunificación Marxista Hijos de la Revolución Campesina Nicaragüense de Unidad Obrera 15 de Agosto (puente).
viernes, 25 de mayo de 2007
Sigo insistiendo...
Bueno, insisto en más cosas, la verdad. Boris Vian, la bici, los Stone Roses, Tintoretto, sobre todo desde que lo vi vivito y coleando, las bondades de la lluvia, el olor d elos adoquines, de las piedras recién empapados por la lluvia, el color naranja. Bueno, antes de que esto me lo plagie Isabel Coixet, vamos a por el tuétano. Decía hace unos días que yo había visto a Jaime Capmany y a Paco Umbral en los dos monigotes que había pintando Mingote.
Resulta que el muy resalao los ha utilizado toda la semana para sus humoradas diarias. Peore s que hoy los ha puesto en primer plano y en colorín. En colorín en la güep, que es ya lo que le faltaba al Abecé, pintarrajear las páginas.
Vosotros mismos, a ver qué os parece:
Para que luego me toméis por loco cuando os cuento lo del Tintotretto y lo del tío aquel que quería robar el banco de enfrente (y sin avisar, el muy insolidario).
PD: Hoy Umbral escribe sobre la lluvia, sobre sus cosas, sobre Madrid y la dacha.
jueves, 24 de mayo de 2007
125
miércoles, 23 de mayo de 2007
Yo soy Vincent
martes, 22 de mayo de 2007
Soy una estantería...
Pero alguien me recogió a tiempo y me dejó en un lugar blanco, limpio y con libros
Yo intentaba estar derecha, erguida, tiesa y resplandeciente, para que mis nuevos dueños se decidiesen a instalarme sus libros y sus cosas sobre mis espaldas. Pero no, lo más que me pusieron fue los suplementos culturales y un viejo radiocaset que siempre sintonizaba El Ambigú o a veces, lo de Cuba. Hasta que un día se me acercó aquel tipo.Traía todo tipo de artilugios para la tortura. Destornilladores, brochas y barnices, lijas y alicates... Pensé que terminaría como virutilla o polvo de carcoma. Según me puso la mano encima, me cimbreé y le oí decir: aquí habrá que colocar unos angulitos para que no se mueva. Ya veía la luz al final del túnel. Y comenzó lo peor.
lunes, 21 de mayo de 2007
Aún hay clases
El Mundo. Domingo 20 de mayo de 2007
domingo, 20 de mayo de 2007
Mingote y sus amigos
sábado, 19 de mayo de 2007
Jaleo
La estantería está ya terminada. Luego igual le echo una estampa para que veais, que sin manicura francesa ni sierra de calar, se puede hacer un trabajo bastante digno.
Ahora, de flamencos y pelícanos, duendeando.
A mi no me gusta que me pregunten qué música me gusta. Pues toda la que me gusta; y es mucha, claro, mayormente la buena.
Por ti daria
la sangre de mis venas
por ti daria
si te fueras,
por ti daría,
ay vida mía.
Tacatá. Qué bonito
John SInger Sargent. El Jaleo.
PD: (o actualización) Gracias al J (punto, amigo, gracias) sabemos que hoy es el CumplePeter. Felicidades y vuelve cuanto antes, que los copiones de PeterBlogs necesitamos seguirte plagiando.
Hoy te dedico la ginebrita y la audición del Capullo de Jerez, que hay que tener los diapasones muy bien puestos para ponerse ese nombre artístico y ser tan tremendo. Lectores (si es que queda alguno), a bombardear de felicitaciones y cariñitos en lo de Peter. seguro que si Marc supiese qué hacer con los dedos, también le escribría.
viernes, 18 de mayo de 2007
No sigas si no tienes la tripa llena
Los presagios por el camino ya eran buenos. Y si no a ver qué hay que interpretar de lo que lee uno al llegar a Zaragoza.
¿Es o no es?
Es que me vuelven loco, pero qué rebuenas están, jolín. Ya ves, con elementos tan sencillos como aceite, pan de día anterior, azúcar y huevo y cuatro condimentillos, sale el postre más fantástico que un goloso pudiese imaginar. En otros sitios no hay costumbre, y mira qué cara se les queda a los pobres.
Con mi móvil relativamente recién estrenado, decidí inmortalizar a las pobres torrijas que me iba a ir zampando progresivamente.
Os recomiendo que no veais esto con el estómago vacio.
Esto de las torrijas es como lo de las nubes, pero con mejor olor. Quiero decir, que las miras y les ves cara de algo. Para mi, la cuarta tiene cara de muslo de pollo, o de codorniz, por el tamaño. Y la última, de valle marciano con lago, de peli de marcianos, claro. La verdad es que vistas así a alguna parece que la hayan pisado o sea, pero de eso nada de nada. Puedo certificar que no hubo ni una mala. Es más, que todas tenían un nivelón considerable y que a mi, las de aspecto espachurrado me gustan más, porque tienen más líquido y es que el sabor de la leche, la canela y el aroma de cítricos me tiene rendido, la verdad.
Pues si, si, todas terminaron siendo pasto de mi voracidad, pero con orden, eso si. Bueno, para cuatro días no será de Guiness, pero no está nada mal, ¿no?
¿Para cuándo montamos un concurso de torrijas? De comer, no de tajarse. O también, no se.
PD: Puede que alguna tenga un aspecto algo extraño, si, pero es cosa del churromóvil, que tampoco da para más.
jueves, 17 de mayo de 2007
Se te ve la matrícula
Me subo a la bici mientras me miran unas punkis un tanto pulgosillas y arranco. Nada más salir hay que vigilar la curva de los desaprensivos que abren las puertas de los coches sin mirar si alguien pasa. Rapidez de reflejos es la mejor garantía para mantener los dientes en su sitio.
Total, que paso la curva y veo a mi derecha un tío con una cámara de fotos corriendo hacia la esquina. Llevaba un teleobjetivo que por el tamaño no sería menos de un trescientos. Se para, apunta y foto. Hay un pequeño lío de coches pero me parece disnguir un Audi colorado. Pienso que ese coche de macarra ha de ser de un futbolista, y el de la cámara es un júligan zumbado, Mira qué cosas.
Sigo como puedo y trato de esquivar la furgoneta de una papichula que intenta derribarnos a la vez a uno que pasa en moto por el otro lado y a mi. La tonta termina por cerrarnos el paso y los dos pie a tierra. Al parar veo que el coche macarra se larga y que otro tío hace fotos en dirección opuesta. Pues nada de futbolistas garrulos. La sustancia está en la calle.
¡Claro! Esto es un candidato pesado que está dando la mano a los tenderos de la calle y la peña le echa estampas. Pues según quien sea, meto un acelerón y luego si le doy, oye, digo que me deslumbó el sol. Pero tampoco.
Avanzo otro poco y enfilo la calle, oigo algunos gritos y jaleos ininteligibles y otro tío con una camarita digital apuntando hacia la izquierda y un poco adelante. De pronto veo en mitad de la calle a un cameraman, por llamarlo así, medio agachado y apuntando hacia la pared. Y allí está lo que tanto atrae la atención.
Resulta que, como quien no quiere la cosa, va una chica andando. Una chica morena. Una chica morena y tatuada. Un tío de me pone en la línea de tiro, camarita digital en mano y cercano al baboseo. Porque resulta que la chica morena y tatuada va ligera de equipaje. Tan ligera que no lleva nada. Pero nada de nada.
O sea, que va en cueros, pero del todo. Decir que como vino al mundo, por lo que puedo ver de su anatomía trasera, sería mentir, porque esa moza desde que aterrizó en el planeta, ha perfecionado bastante el chasis. Eso si, lo tenía bastante pintarrajeado, ya ves con las modernidades. Total que esquivo al cámara, paso a su altura y hago eslálom de babosillos, con grave resgo de patinazo. Vivir para ver.
O no. Es el espectáculo de todos los días. Bueno, todos los días no se ven por calles céntricas chiquitas así ,al fresco, pero podría ser, porque en esta ciudad el nudismo callejero está permitido. Total, no es para tanto en un sitio donde el consumo de drogas es libre, donde es posible ir viendo desde el autobús como les levantan los yenes y los dólares a los turistas, donde la mendicidad crece exponencialmente y donde los próceres andan intentando asegurarse el tráfico de sobres del oasis, que es lo que toca.
Bueno, tampoco es para tanto, ¿no? Es que os escandalizáis por cada cosa... Pues no, eso no me parece escandaloso. Escandaloso es que los próceres que decia antes estén intentando regalar píldoras postcoitales en las farmacias para ver si rebajan las cifras de abortos, que suena fatal y no paran de aumentar, con lo que saben los mocetes y mocetas de ahora. Escandaloso es que, a la vez, esos mismos próceres hablen de maltrato animal a las corridas de toros sin que se sonrojen lo más mínimo. Escandaloso es que los próceres estén dando la murga con legalizar la prostitución a la vez que la Policía consigue desmantelar una red de esclavas rumanas, mayormente niñas, porque ya se sabe lo que cotiza mejor. La pela es la pela. Escandaloso es que el analfabeto presidente de la cosa de lecciones de geopolítica cuando es manifiesta la dificultad que padece para construir un discurso lógico de más de diez palabras. Al menos manda a sus nenas a un buen cole que no es de su barrio. Si fuese un currito, tendría que enviarlas al que les tocase por zona aunque fuese un castañon y aunque sus criaturitas tuviesen que compartir aula con un 80% de personas que ni siquiera habla alguno de los idiomas oficiales u oficiosos.
¿Escandalizarme por las rotundas nalgas de la morenaza frescachona? Pues no, más bien vergüenza ajena por la retahila de imbéciles que iban marcando el territorio con sus babas y con los flashes de las cámaras. Lo demás, el genio de la naturaleza.
Aquí, dándole al pedal.
miércoles, 16 de mayo de 2007
Esto no chuta
Por hoy esto es más que suficiente, os lo aseguro.
A cambio, en mi línea de bricofistro -nunca llegaré a bricomán; ni a bricopija, cuidadito- he dado una mano de barniz estupeda a una estantería que hará juego con una mesita que hice hace un tiempito y he podido escuchar el Amused to death de Roger Waters enterito y de un tirón. Para otro día, después d ela historia dulce, recordaré la aventura de ese disco, que no es nada del otro mundo, pero que si me acuerdo, por algo será, ¿no?
Que lo sepas, conexión, que tú hoy no funcionas bien, pero que mi perseverancia está hecha a prueba de balas. Estás perdida, ya te aviso.
martes, 15 de mayo de 2007
Cosas de campo
lunes, 14 de mayo de 2007
Esto se complica
Pues eso, que habría una chica con el pelo lacio y un poco sucio, que es más modernillo apuntando en un cuaderno lo que le gusta de los lunes y lo que no. Lo que se aburre esta tonta. Ay, cómo eres, que poco sensible. ¿Poco sensible? con lo que me ha dolido pagar por ver esta chorrada...
Bueno, eso, que lunes y que luego sigue. Me voy a pintar una camiseta.
domingo, 13 de mayo de 2007
sábado, 12 de mayo de 2007
viernes, 11 de mayo de 2007
Dos noticias
jueves, 10 de mayo de 2007
Frío
El frío, como aquel año que nos dio por hacer deporte a Iñaki y a mi, y nos íbamos a correr por la Vuelta del Castillo a las nueve y hasta nevando nos echamos nuestras buenas carreras. El flato psicológico, el cigarrito al acabar, el venga, que por hoy ya hemos hecho bastante y el hoy ceno doble, que he tenido mucho desgaste intelectual, fueron demasiado fuertes para nosotros. Y Fernando que nos adelantaba, yo sigo que voy a dar la vuelta completa. Pues hala, sigue tú, que así cojo yo antes la ducha.
Muchos recuerdos trae el frío. Casi tantos como la lluvia.
Menos, el calor. Dos o tres, o tal vez más. Una banda sonora. Una música que siempre asociaré a las tardes, a la mesa del comedor un poco coja, al radiocaset en el quicio de la ventana de la terraza, ¿alguien se viene fuera a estudiar?, a las últimas luces del día que se escurren por las rivirivueltas de Iturrama, escapándose por cada esquina y dejando un rastro ocre en las crecidísimas hebras del césped sobre el que los críos juegan y son Sammy Lee y Urban, mientras por allí anda Sammy Lee, el de verdad, con esa cara de queso suizo que Dios le dio, ocre, qué digo ocre, naranja como las fugaces luces del día que pisamos yendo a ninguna parte, voy a hacer copias, te acompaño, voy a buscar tabaco, te acompaño, voy a comprar tebeos, te acompaño, y por el camino nos encontramos a Anavidal, así, todo junto, como el villancico, Anavidal, Anavidal, dulce Anavidal, que se ríe de oreja a oreja cada vez que se lo cantamos, y por el camino esquivamos a algún indeseable o saludamos de pasada a esa bilbaína tan simpática que no dejaba de hablarme, un poco pasada de copas, en la fiesta aquella de tanto dolor de cabeza.
Es el tercero que hizo. Pasa por ser el más triste, el más oscuro de su carrera. Lo compuso tras la muerte de sus padres y, argumento comercial o no, resulta ser, a mi modesto entender, el más logrado de todos sus discos. He oído en Radio Tres, años de radio, de descubrir las músicas en Radio Tres, que sólo van tres músicos, Sting y dos más, vestidos de negro y que casi ni habla: sale, toca y adiós. Eso sería, en un sentido amplio, minimalismo, pero yo sólo asociaba minimalismo al sentido estrecho, o sea, Mertens, Eno y poco más; Radio Tres, ya digo.
Las tardes en la improvisada mesa de estudio en el balcón, con música de The soul cages como fondo, un disco de blanca portada y negro discurrir sobre esas tardes anaranjadas de falsa primavera que, a la mínima de cambio descargaban chaparrón o te devolvían unas rachas de aire de esas de sensación de diez bajo cero, que es frío, mucho frío, una especie de victoria parcial del agonías del invierno, incapaz de ceder su cetro a una naciente primavera que alteraba poco, bien es cierto, pero que solía entretenernos con los malvados catarros que tanto debía agradecer un tal Clínex, su siempre fiel patrocinador.
miércoles, 9 de mayo de 2007
Superhéroes
Bricopija y Bricomán. A ver si no.
Yo me los imagino con un pijama naranja de los de punto-teletubi, y la una con la taladradora en la mano y el otro con el formón para rebajar las maderas.Pero no, no son superhéroes, o al menos, no lo son aparentemente. Eso si, son unos figuras. Porque ya nos vemos, el común de los mortales, digo, que para colgar un triste cuadro laminar que nos hemos agenciado en la Thyssen o así, montamos una operación que ni las COES en sus mejores tiempos: la gorra de Ferrari que te pones del revés y que tiene lo menos ocho estratos de manchas de pintura, que nunca evita que, estando pringado de grasa, escayola, titanlux o lo que toque, te rasques detrás de la oreja y te pringues la melena irremediablemnte, la taladradora, la caja de las brocas llena de brocas de todos los tamaños y con el número casi borrado que terminas escogiendo a ojo de buen cubero, los tacos del seis que has de bajar corriendo a comprar a la ferretería -el ferretero que menos mal que te conoce pero que pone cara de preguntarse dónde irá este hombre con esa gorra de Ferrari que parece el rapero-pinturero-, los tornillos que no son del seis pero que los vas a apretar mucho, la masilla para tapar el destrozo que primero harás con el taladro y que después rematarás al apretar el tornillo que no es del seis en el taco que si es del seis y que no sabes por qué has comprado, porque total para ponerlo mal podías haber puesto ese otro retorcidillo que vete tú a saber de qué otra chapuza recuperaste. Y, claro, como se pone todo hecho un asco, el aspirador, un pincelico para el polvo rojizo de los tochos que se mete por todas partes, la hojita doblada por la mitad para recoger el polvo rojo del tocho que se cuela por todos los sitios pero que no te sirve de nada porque termina cayéndose como siempre y el vaso con la cocacola o así, que termina en el fregadero porque a ver quién es el guapo que se la bebe cuando ves flotando el polvo rojo del tocho de antes. Pero le das al botón de la tele y aparece la bricopija.
A mi es que me fascina, esa es la verdad.
- Si es que parece mentira que te puedas quedar pegado a la tele viendo como perpetra esa especie de cortina de macramé que parece un calendario maya hecho por un daltónico un día de resaca mala, pero de las malas, malas. Y las lámparas de recicladas, nada, maja, del Ikea que me las conozco la mar de bien.
Es una chapucera de tomo y lomo, pero tiene un estilado que te mueres. Porque a ver, le pone celo por detrás a las traperadas, forra con papel y hace burbujitas, pero la enfocan de lejos y listo, no toma medidas ni harta de vino, cuando pone pegamento se le sale por los lados, usa un atornillador eléctrico pero se ve que los tornillos le van de canto, siempre lo recicla todo, que parece que viva en un vertedero... Pero tiene una manicura absolutamente perfecta.
Que es una pijita donostiarra, pues vale; que es una hortera con ganas, pues también; que sólo hace cosas inútiles, pues como el arte, ya ves; que te quedas atontado en el sofá viendo como se le escapan los cacharros que anda pegando, pues peor es estar en la calle. Lo que me puede es que la bricopija siempre esté como un pincel y en perfecto estado de revista, porque ella lo vale. Es que nunca se pringa con la pintura. Es que no le entra el polvo rojo del tocho de antes. No se le clava en la yema de los dedos la rebaba -me gusta decir rebaba- o las viritullas. No se le rompen las uñas ni se le estropea la manicura francesa cuando aprieta un tornillo -que no aprieta, que usa uno eléctrico, pero ya nos entendemos-, no se. ¿Y los vaqueros? No se le enganchan con los clavicos que quedan un poco sobresalientes, ni se manchan de disolvente, ni se seca el sudor- qué vulgaridad- en ellos, ni nada de todo eso.
Si, lo reconozco, yo quiero ser un bricopijo, tener una sierra de calar y no ponerme perdido de todo mientras hago mi rinconcito de aire africano, con tres yogures arrugados, unas hojas de papel engomado y una mesa que saqué de un contenedor y que está de carcoma que me pica la espalda sólo de pensarlo. Cualquier día me compro el libro del Bricomanía décimo aniversario -en vuestro centro de bricolaje y en grandes superficies-, a ver si se me pega algo. Con cinta adhesiva de dos caras. Lo menos.
martes, 8 de mayo de 2007
Tintoretto de verano (o de primavera, para ser exacto)
Un dia de esos vi a Tintoretto.Ya, claro, pensaréis, viste lo de Tintoretto en el Prado y tal. Si, si, por supuesto, pero es que vi al auténtico Tintoretto. Bueno, si, el autorretrato ese de juventud que tan poco ha rodado por el mundo y aquel tan bonito de madurez que algunos relacionan con Durero y con Rubens. Si si, también, también, maravillosos, dicho sea de paso, pero no no voy por ahí.
Al qyue vi fue al auténtico. Que para mi que es como lo de Elvis y Marilyn, que hacen duetos en Honolulú o alrededores, o lo de Jesús Gil, que dicen por ahí que lo han visto en Venezuela, que también son ganas, tal y como está el patio irte a Venezuela para terminarencondrándote a Jesús Gil. Cualquier día que tengan que legalizar algo raro, me lo veo esposadito camino de la Audiencia Nacional.
Resultó que el madrugón fue regularcillo, porque había que desayunar, se nos cruzaron unas torrijas por el camino, un paseíto y, vaya por Dios, menuda cola para entrar al museo. En la cola bien, unas gotitas de lluvia, unos gabachos que decían que España parecía un país africano y que allí no trabajaba nadie, y un señor calvete que tocaba la flauta en una esquina y que, cuando le fui a echar una monedita, me dio un saludo ladeando un poco la cabeza que sólo faltaba por allí la reina Ginebra y un muslo de cordero para abrir el banquete medieval. La cola que si avanza, la cola que no avanza y de pronto, veo un perfil que me suena.
Repaso mental: no es el atracador de bancos, no es la chinita/chinorra/china-a-secas (no quiero pisar más callos, que estais de un sensiblón que no veas), no es el lobo de mar, tampoco es Roger Waters ni Abebe Bikila. Se me acaban mis persecutores fantasmagóricos.
Me sigo fijando mientras aprieto el oído a ver si pillo algo de lo que dice por si me da alguna pista. Nada, los francesones (¡toma pisotón!) siguen dando la murga escandalizados porque aquí estamos todo el día comiendo frutas de postre. Pues todo el día no será, cebollón, será sólo después de las comidas, estoy a punto de soltarles, mientras pienso en las torrijas que me comeré de postre, precisamente. En esas, el personaje se mueve un poco, deja ver el letrero y caigo.
Es Tintoretto. El original.
Oye, pues para tener cuatrocientos años largos, está hecho un chaval. Se mueve de fábula, lleva cerca de una hora de pie, y se le ve con una fuerza compositiva y un impacto de color que ya quisiera más de un pintamonas moderno del CAC de Málaga, por decir de un sitio. Luego entramos, después de lo del bardo, los vecinosde arriba y todo aquello. Y ya en la exposición, propiamente dicha, le pierdo la pista.
No se, si tuviese ínfulas danbrauneras le podría poner a esta hitoria El enigma Tintoretto, sobre unos expedicionarios franceses que siguiendo unos mensajes criptográficos de unas canciones medievales terminan buscando en los sótanos del Prado un misterioso cuadro custodiado por un conserje flojo de muñecas, que responde al nombre de Rodian Grey, que envejece -el del cuadro y el conserje, claro- pero que mantiene como un clavel al gran maestro veneciano.
Menuda torrija.
lunes, 7 de mayo de 2007
Tiempos modernos
Todo el día hacientdo el tonto y haciendo el bricomán, para que ahora me entren las siete prisas. Bueno, eran los siete males, pero males no son, sino prisas -ya digo- por terminar tres chorradicas e irme a dormir. Que si preparar el emepetrés para grabar lo de la radio, que si se me quema la comida de mañana -el delicioso socarrat, ojito,- que si Carter se va a Chechenia o al Congo en las Urgencias pirateadillas, que si qué que bien han quedado los cortinas y tal. ¡El café,la cafetera, que se me ha olvidado!
Oye, un agobio, que no da casi ni para respirar. Por no poder. no pongo ni estampa hoy, que si no esto se parecerá demasiado a un fotolog. A un fotolog de los torpedos, aclaro.
Mañana respiro y elaboro. O no. O no elaboro, pero respirar, a fe mía que si.
domingo, 6 de mayo de 2007
sábado, 5 de mayo de 2007
Los guiones
Érase dos locos que paseaban por el patio del manicomio. Uno que le dice al otro:
-Oye, te paso mi último guión a ver qué te parece, ¿vale?
- Bueno, de acuerdo
Y el tío que sale disparado y vuelve con el listín de teléfonos, se lo encasqueta y le dice, mañana me lo comentas.
Al día siguiente el guionista que ve a su pobre víctima en el patio y le aborda:
-¿Qué? Qué? Qué te ha parecido el guión? ¿Te ha gustado?
-Pues... -contesta el colega- mira, de personajes a muy bien, pero la trama me flojea un poco, la verdad...
viernes, 4 de mayo de 2007
Epílogo pinkfloydiano (sólo por esta semana, aviso)
jueves, 3 de mayo de 2007
La traductora chiquita
A lo que íbamos, Esta chica vivía a la vuelta de una zona llena de francotiradores. Ya sabéis, solían apostarse en las avenidas y le iban dando matarile a todo el que pillaban despistado por allí. La cuestión es que a la vuelta, donde los tiradores, había un horno de pan que, según el soldado que esto narraba, sigue existiendo. La chica, por cosa de su reducida talla era la encargada de surtir de bolos, panes y demás vituallas a los suyos, con el consiguiente peligro de que cualquiera de los francotiradores la dejara frita en cualquier momento. Pero siendo chiquitita, es más complicado darle. ¡Menudo consuelo!
Yo es que ya la veo, con la toquilla por el frío de la niebla sarajevita que se cala hasta los huesos, la bolsa del pan rayada. O mejor varias bolsas, porque ya que te juegas que te den una ración de plomo, haces acopio para varios días, encogidita por el fresco y por el miedo, andando casi de puntillas por si acaso se han quedado traspuestos los de la escopeta y tirando para adelante porque algo hay que hacer. Así me la imagino yo. Allí que llega, que le dice al del horno que ya podía tener puerta trasera, y el otro que le ríe el chiste del terror, porque el miedo no se les quita, pero con media sonrisa parece un poco más de mentira. Y la veo que respira hondo, se ajusta la toquilla, echa mano de las asas y, hala, de vuelta a ver si llega viva. Y pim, pam, pero llega.
He llegado, ¡Y entera! ¿Qué bien huele el pan! ¿Cómo están las calles? ¿Has visto gente? ¿Y los aliados? ¿Pronto llegarán? Y la traductora chiquita que no sabe nada y no entiende nada, sólo que ha podido ir y volver y que sigue entera.
En un piso alto, no menos de un sexto, un soldado nota ya calambres en las piernas. Lleva así varias horas, observando con bastante aburrimiento la avenida vacía. Por no haber, ni hojas, ni pájaros. "Para mi que se los han comido, porque a veces viene olor de pollo frito" dice uno que está apostado unos números más adelante. Ya ves, lo normal, piensa, si tienes hambre, pues comes. A veces, cuando cubre la niebla, aprovecha para cambiar de postura y echar una cabezada rápida. Pero se suele despertar el cliclacliclaclciclac de los pasos rápidos de los más atrevidos que osan salir a la calle al amparo de la protección que les da. Alguna vez se oye alguna conversación, bisbisibis, también y cree que por el sonido podría acertar con sus disparos, pero si lo hiciese, se quedaría sin siesta y después el oficialillo al mando le pediría que por muy tupido que fuese el manto de niebla, disparase siempre. Y después tendría que hacerlo de noche, o bajo la tormenta, y eso si que no, que ya tenía bastante con el turno de tiro y las guardias.
Ese día, en su piso alto, no menos de un sexto, el soldado pasa y repasa el percutor de su SSG. Está muy bien engrasado -en algo hay que echar las horas muertas- y el forro de acero de su cañón brilla. Pasan las horas y nada. Nadie se mueve. Así todo el tiempo, pasa el percutor, escucha el chic del gatillo, ajusta la culata, mira, intenta estirar la pierna y desea que la niebla sea más gruesa para poder intentar dormir diez minutos.
De pronto en la esquina del panadero una mancha verde. Por la mirilla descubre que una niña camina arrimada a la pared y bien encogida. Rápidamente se acomoda y deja descansar el fusil sobre el brazo izquierdo mientras se fija mejor. No es una niña, no lo parece. El percutor se desliza pero no dispara. La ve pasar. La ve entrar en la panadería. Estaba un poco adormilado -piensa que se excusará- demasiado tiempo inactivo, fue un error, pero no volverá a pasar. Al cabo de unos minutos ve cómo saca la cabeza, mira a los lados y la chiquita de la manta verde sale con paso apresurado y dobla, cargada con un par de bolsas, la esquina por la que salió un momento antes. Ya ves, te he regalado un día. Te lo cambiaba por un pan caliente.
Pues es buen plan. Una chica bajita sale y los francotiradores no la disparan. Pues hala, le piden a los cuatro días, a ver si nos vuelves a traer panes y dulces, y Monas de Pascua si es que aún hay huevos para cocer y bollos rellenos de embutido, y así.
Y allá que sale, con la toquilla bien cogida, temerosa pero menos y con ganas de que todo termine.
Al doblar la esquina la ve. La chica de verde. Rápido carga el fusil y dispara. La ve como pega un respingo, un salto de muerte. Espera unos segundos y la ve cómo se palpa las piernas, para confirmar que sigue entera. Luego, despacio, da un paso y luego otro. Aprieta a correr y suena otro disparo tras ella. El panadero se asusta. "Creí que habían alcanzado a alguien" "No, me dispararon a mi, pero fallaron" -cuenta casi sin resuello. Carga de panes, dulces y todo y repite la operación del otro día. Saca medio pescuezo, mira, mira al otro lado y temblorosamente valiente echa a correr de vuelta. Pumpumpum, tres tiros velocísimamente disparados gracias a lo bien engrasado del percutor y a la habilidad del tirador marran su objetivo. Su firma es esa, tres tiros sin repetición, sólo al alcance de los más rápidos. Si quieres saber quién que quiso cazar, el de los tres tiros. Esa noche el tirador dirá a sus compañeros "esa no se me escapa, la próxima vez la pillo".
Y así la otra vez. Él que la espera agazapado en la ventana, ella que sale, él que dice por fin estás aquí chiquita, ella que corre él que falla, ella que coge sus panes, él que espera, ella que vuelve a salir corriendo, el que la foguea tres veces, marca de la casa, y ella que se seca la frente al doblar la esquina pensando o yo soy muy rápida o ese es muy torpe. Él que piensa hoy ibas más lenta, te he visto un poquito más.
Y así todas las veces.
Tú imagínate a ese hombre, cuenta el veterano de la misión en Bosnia, a ese hombre agazapado esperando a que salga la chica, la traductora ésta, y pegando tiros sin darle. Porque ahí está el quid de la cuestión. Que el francotirador, a fuerza de ver a la chiquita se iba prendando de su figurita encapotada en verde. Y lo que igual sería medio juego se fue transformando en enamoramiento, Y cada día acertando los balazos a su alrededor para protegerla, para que no fuese objetivo de otro, para no estuviese en ningún otro punto de mira que no fuese el suyo y así conseguir que nadie la tirotease. Acertando, o sea. Y la otra a su aire, que suerte tiene la niña que no le dan. Toca madera, cenizo, y cállate que como te oiga. Y ella, con toda su paz y toda su cachaza, saliendo y entrando sin saber que los mismos tiros que parecen amenazarle le están salvando la vida todos los días, de ida y de vuelta.
¿Y qué pasó? Pues que la guerra se terminó. Lo que pasa siempre, que por mal o bien que cierren las heridas, al final se curan, más o menos. Y ya de civil, el francotirador de los tres tiros va y la conoce, Y le cuenta que a fuerza de verla, terminó por enamorarse de ella. Y ella qué le dice? Pues que bueno, vale. Y bien., y al cabo de un tiempo se ennovian y al otro cabo se casan. Y cuando ella está de traductora de los españoles, cuando le cuenta la historia al militar al que le oí contarla, ya estaba casada con su francotirador. Oye, y que es verdad, que yo la conozco a ella. Bueno y a él. ¿Y él qué tal? Pues majo, un tío majo.
Ya ves.