Resulta que salen unas imágenes de un tío con muy malas pintas en un vagón del metro inflando a tortas a una chavalita. Lo que es, que te lo cuentan y vaya, que lo ves y te indignas. Y apostillan a la cosa. Es una agresión racista, porque la moza en cuestión era del Ecuador y el pegón llevaba la cabeza más bien pelada o por ahí.
Y claro, falta tiempo para que a la peña se le llene la boca, que si tal, lo de siempre, ya sabemos.
Y aquí uno, que lleva tres días con lo periodístico subido, que no lo acaba de ver.
O sea, me digo, ¿lo noticioso es el origen racial de ambos dos protagonistas?. Y yo pensando que era la tele. O sea, el tener imágenes del hecho y el haberlas repetido la tira d eveces por televisión. Pero no, lo que le sulfura a la tropa es que haya podido haber un componente racista en la agresión. Oye, que la han currado. Si pero es que es racista. Ya,bueno, pero si es que te dan dos tortas y duelen igual ¿no? Pues parece que no.Afirmo -y quien se la tenga que coger con papel de fumar avisado queda- lo grave es que uno vaya en metro o en donde sea y que otro le infle a palos. El motivo es completamente accesorio. Es decir, que si soy de la Ponferradina y tú del Logroñés y que si por eso me tuestas, pues fatal. Si yo de Tanqueray y tú de Bombay, fatal también. Yo de Quevedo -siempre Quevedo- y tú de Góngora, yo de los Floyd, tú de Soft Machine, es lo mismo.
La canallada es que uno le pegue a otro.
Independientemente de por qué o por qué no, por si me has mirado mal o por si es la prueba para dejarte entrar en mi banda latinquinguera. Bueno, de eso se habla poco, porque si no los lobis se ponen muy chungos. Hala, más papel.
Claro, ahora que lo pienso, no todo el mundo puede decirlo igual. Los hombres de paz y todo aquello, las campañas electorales en las que es lícito atacar violentamente a unos para que no puedan hablar, la persecución del que discrepa. Según parece, a la primera vista, la fiscalía ni se presentó. Y ahora se ponen estupendos. Con un ministrín como éste, a ver quién le saca los colores a los jurisconsultos. Pero no era eso lo de hoy, aunque también.
Vuelvo y repito lo del papel de fumar. Aquí, con la matraca del racismo, los únicos que mojan pan son los sacamantecas de las oenegeses chupadelbote que denuncian, denuncian y denuncian cuando hay tema para pillar indemnización, pero que aún han de decir piopio cuando los que zurran son de otro color.
Recuerdo, no hace tanto, cuando en la plaza más céntrica de la villa montaron un campamento un grupo hermoso de negros. Claro, yo, más bien blancuzco, los veía mayormente iguales. Pero no era así. Se habían repartido el redondel por secciones, aquí los del Senegal que son nosecuantos, aquí los de Costa de Marfil que son nosequé, en aquel lado los del Congo y más para allá los de no se dónde más. O sea, que lo mismo que yo distingo entre una sueca y una belga, ellos entre lo suyo igual. Y a mi una sueca, pues muy bien, una belga, pues simpática, a ver, pero al parecer en esos campamentos tenían requeteprohibidísima la entrada los de una tropa en el territorio de la otra. Y los de sosracismo tocándose la bandurria.
Pero tampoco estaba en eso.
Hace unos días, un pobre padre consiguió un triunfo que maldita la gracia que tiene, pero al menos lo logró. A base de denunciarlo en los medios y de dar la murga, consiguió que los de yutup quitasen un video en el que unos canallas desalmados se regocijaban maltratando a su hijo. El chavalote, para más Inri, era deficiente, con lo que lo de la indefensión aún era más evidente. Carlos Herrera, mi admirado Carlos Herrera, no dedicó su hora de los oyentes para hablar del tema. Pero hoy si que lo ha hecho para dar micro a lo de la chiquita ésta, no por agredida sino por ecuatoriana. Querido líder, hasta el corvejón la hemos metido.
Pues esa es la cosa. Que no se pegue la gente. Y que no manipulen los coloricos, con lo bonitos que son, para arrimar el ascua a su sardina, que si de algo andamos por aquí sobrados es de jetas y subvencionados. Y el del papel de fumar haciéndose de oro.