Ayer, en el autobús, me acuerdo de Javq, sabio profesor, mejor maestro y admirado colega, cuando nos dio el consejo aquél de llevar siempre varias máquinas de escribir encima. De haberlas llevado, habría aprovechado el viaje de vuelta en el autobús para tomar unas notas, preparar tres líneas y lanzar algunas letras.
A cambio, observé e inventé las vidas paralelas de los pasajeros, me quedé mirando las lucecitas y bombillas de la noche a bordo del autobús y procuré atornillarme todo eso en la memoria. Al bajar, al cruzar el puente me acordé, como casi siempre de noche y por allí de aquel viaje a Londres, la primera vez en ele extranjero, sin contar Andorra, que no es por faltar, pero llamarle a Andorra extranjero cuando uno no evade divisas suena a rechufla, si ánimo de inicar conflicto diplomáticos.
De Londres recuerdo cosas, claro está, Como el British Museum y la Tate, pero me brilla el chispazo del recuerdo de aquel lejano suburbio donde pernoctábamos, al final de una línea de metro, al final de una línea de autobús que sonaba a punk rock y a Police, pero de Next to you o de Message in a bottle.
Si hubiese tenido una máquina de escribir y un cuaderno.
Pero de eso hablaremos otro día.
jueves, 28 de agosto de 2008
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9 comentarios:
mira que te lo decia aquel profesor y alguna vez lo hemos hablayo ya en tu sitio y en el mio.... pero no aprendes!. Con un boli y un cuaderno es suficiente!. Espero que hagas un esfuerzo de memoria y nos cuentes!!!.
Primer comentario! ¿qué me llevo?
a ver, hoy hace un año que se murió nuestro Umbral... ¿y no dices nada?
Pianista, has de escribir un cuaderno de bitácora de tus viajes. Hazme caso, jolines.
¿Un año ya sin Umbral? Muchas veces he intentado imaginar qué querría contarnos en aquella columna que tituló "Las uvas doradas".
Cierto, María, cierto. Y me encantan los cuadernos, esa es la verdad. De viaje los uso, pero en la vida cotidiana me cuesta bastante. Soy un desordenado. De premio, un cuaderno y un bic tuneao, o sea, con el capuchón recomido.
No seas impaciente, María, todo llegará.
Cuaderno napolitano, si, Dulci. Qué bonita su columna inconclusa. Invita a inventarla, que no es poco homenaje.
Un momento. Leo que ibas en autobús. ¿Otra vez te has cargado la bici? ¿O es que te has de poner amortiguadores para las arrobas de este verano? Jua, jua, jua,
Link para leer "las uvas doradas" ya, plis.
Y yo que jamás me he planteado escribir lo que siento, y lo que veo, y lo que pienso y lo que imagino...Quizás porque es mucho y a veces complicado. Para éso están los poetas, los cuentistas, los periodistas y algún pianista.
Hala, Atiza. Anda, acérctae a la barra que tienes pagado lo que te de la gana, maja.
Lo de las uvas doradas fue lo último que dijo el Umbral peridista y literato, que ens su caso es lo mismo, en le lecho, un poco antes de que le aconteciese la muerte. Al parecer intentaba dictarle a María, España, su columna, peor una mala sonda le impedía hablar. La pobre María, España, intentó retener lo que su esposo, su hijo, le decía, pero no acertó a descifrar más que romanticismo, clasicismoy las uvas doradas. Y terminó con un punto.
Según explicaba Pedro J. luego se murió y sus apasionados fans nos quedamos tristísimos y sin motivo, casi, para comprarle el periódico.
Habría lincado una entrada, pero mañana sigo, Atiza.
Joé pianista, mira que te digo lo de tu abuela, pobre, para pocas...(le das un beso)y tú, dale carrete.
Que me refería a Richard Clayderman, hombreee!
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